Yo soy prioridad
En la vida de un cuidador debe ser una prioridad el cuidado de la salud y bienestar. Es una tarea a menudo olvidada por la gran carga de trabajo que representa la labor del cuidado, pero es una realidad que, para ser un buen cuidador, ante todo hay que ser capaces de cuidarnos, trabajar en nosotros mismos, convertirnos en el proyecto más importante y darnos el lugar que nos merecemos.
Es muy frecuente descuidar la atención del propio cuidado, pues nos dejamos absorber por la alta demanda de responsabilidades que día a día hay que afrontar. Mala alimentación, falta de sueño, cero ejercicios, cancelación de la vida social, estrés, mal genio, depresión entre otros, son muchas de las manifestaciones que lo llevan a sentirse abrumado y agotado.
Si como cuidador no adquiero la responsabilidad de cuidarme, lo que significa exactamente alimentarme bien, acudir periódicamente al médico para chequeos, hacer ejercicio – caminar, trotar, bailar, yoga o Pilates- no vamos a poder desarrollar nuestro trabajo adecuadamente y muy seguramente caeremos en el síndrome del cuidador.
Debemos tener claro que nuestra vida y su cuidado es una prioridad. YO SOY PRIORIDAD. Si en mi tarea de cuidado yo me esfuerzo por cuidar bien a los demás, esta tarea va a estar muy bien cumplida si yo también me cuido, lo que incluye respetar mis planes y metas y no dejarlas relegadas.
La mayoría de los cuidadores informarles no eligen ser cuidadores, sino que repentinamente se presenta la necesidad de atender un familiar, y con ello se adquieren una serie de responsabilidades ante situaciones para las cuales no se está preparado. La enorme cantidad de tareas a cumplir según el tipo de enfermedad que tenga la persona a cuidar puede causarnos mucha ansiedad y estrés ante el desconocimiento de la misma, y generarnos un gran esfuerzo físico en el caso que la persona sea dependiente parcial o completamente para movilizarlo, lo que además tiende a progresar en muchos casos. Es por esta razón que ante todo un cuidador debe adquirir consciencia de cuidarse con responsabilidad, disciplina, vigilar sus necesidades y observar y cuidar sus pensamientos.
¿Cuáles son los síntomas del cuidador “quemado”?
Debemos estar atentos a los síntomas del cuidador “quemado”. Como ya lo indicamos, dependiendo del tipo de diagnóstico que tenga el familiar al cuidado, se van viviendo diferentes situaciones.
Sin embargo, sea cual sea la enfermedad del paciente al cuidado, el cuidador debe siempre pedir ayuda, apoyo, compartir la situación con el resto de los familiares y la red de apoyo.
- Visión estresante y frustrante del trabajo: Dependiendo del tipo de diagnóstico que tenga la persona que se está atendiendo, nos podemos sentir más ansiosos y llenos de incertidumbre por lo que pueda pasar. Si son enfermedades degenerativas estamos alertas a ese deterioro a esos cambios y a esas dificultades que se van produciendo día a día y que cada vez exigen más esfuerzos físicos para atenderlos. Si es una enfermedad como el Alzheimer, produce mucha angustia y tristeza al ver la paulatina pérdida de memoria de ese ser querido. Todos los días hay retos diferentes que no sabemos atender y por eso es necesario aprender a pedir ayuda, aprender a identificar en que situaciones necesito ayuda y es aquí donde debo analizar qué tan hábil soy para comunicarme y que tan hábil soy yo para escucharme. Es decir, debo ser capaz de reconocer esas situaciones en las cuales necesito apoyo sin que por eso me sienta mal. Aceptar esa ayuda.
- Dificultad para concentrase con disminución de creatividad: Es cuando surgen tantas y tan diversas dificultades, que me impiden concentrarme en el manejo de mi propia vida causando tal estrés que comienzo aatender mis obligaciones con actitud negativa y normalizo la ira y la frustración.
- Dolores de cabeza, estomago o problema intestinal. Son consecuencias del estrés y la actitud negativa. Empiezo a pensar que las cosas no van a resultar.
- Sueño constante: La falta de sueño es una de los síntomas mas frecuentes del cuidador quemado. Dormir pocas horas o muy interrumpido, causa irritabilidad y torpeza.
- Falta de energía para la realización de las tareas. El cumulo de estrés, más los malestares físicos van disminuyendo la energía y esto me lleva a descuidar o atender mal al paciente. Se aplazan tareas o se dejan de hacer, lo que puede afectar la salud del paciente. Por ejemplo, olvido cambiar de posición al paciente, ocasionando que se vayan generando escaras en el cuerpo, o evito bañar al paciente por la fatiga que siento.
- Agotamiento emocional y rendimiento reducido: Descuido extremo en el suministro de los medicamentos y alimentos. No estamos entregando nuestra capacidad, pero no nos importa, y nos olvidamos de prestar una atención adecuada al paciente.
Todos estos síntomas se van generando simplemente porque no prestamos atención a nuestro cuidado. El autocuidado es una tarea que debe aprenderse y aplicarse de forma intencionada en el tiempo. Para generar esa prioridad es aconsejable realizar una lista con las tareas que tenemos pendientes con nosotros mismos y que hemos estado aplazando.
Solo tienes que planificar y dar prioridad a ciertos aspectos. Así podrás cuidar de tu ser querido con efectividad al tiempo que te ocupas de tus otras necesidades. Elabora una lista con aquellas cosas que debes resolver y nunca descuidar:
- Citas médicas
- Evaluaciones.
- Momentos íntimos con mi pareja.
- Charlas pendientes con la familia
- Escucharnos.
Este autocuidado nos permite desarrollar las actividades de manera correcta.
Un buen autocuidado permite:
- Estar en mejor disposición física y mental para realizar la tarea de cuidado.
- Tener fortaleza y capacidad para afrontar los diversos momentos complejos que supone la atención a una persona dependiente.
- Realizar los esfuerzos físicos y emocionales que precisan algunas tareas.
- Tener sensación de control de su vida y realidad cotidiana.
- Tener habilidades para la solución de problemas.
- Mantener un estado de serenidad y bienestar en todo momento.
Ser un cuidador consciente me da las herramientas para hablar con tranquilidad a la persona al cuidado y preguntarle si está satisfecho con la forma como se le está atendiendo, si requiere que se realice un cambio y si están siendo bien interpretadas sus necesidades.
Todos los días debemos preguntarnos que estoy haciendo hoy por mí, y revisar con honestidad esa atención que me prodigo. Que hago por mí en el amor propio, si estoy cumpliendo con mis proyectos de vida, o buscando excusas para no hacerlo, o si simplemente me limito a dar pero no recibo ni pido ayuda, ni consejo. Suspendo mis proyectos sin considerar mi aquí y mi ahora.
¿Porque nos cuesta tanto volcar la mirada hacia nuestro bienestar?
Porque cuando empezamos a generar algo que se llama Yo soy prioridad, tenemos que crear un compromiso, una autoconsciencia, ser conscientes de mis acciones, trabajar con disciplina, no solo para cuidar al otro sino para cuidarme a mí mismo.
El compromiso conmigo mismo exige que revise si estoy cumpliendo con mis planes, si estoy cumpliendo con esas metas que me pongo normalmente al principio del año o si las estoy aplazando y por lo tanto me estoy llenado de frustraciones, por no cumplir mis sueños.
Cuando vemos las cosas turbias, nos sentimos estancados. Vivimos a la expectativa y ponemos nuestra vida en pausa, esperando que se defina la situación de mi paciente para así poder continuar con nuestras metas. Estamos siempre pendientes que los demás se involucren en el cuidado, pero no pido ayuda, es decir me estoy auto saboteando porque estoy dependiendo de ciertas situaciones para poder realizar mis acciones.
Cuando un buen cuidador está comprometido verdaderamente con su bienestar, analiza que situaciones y que pensamientos son los que no le permiten progresar, que es lo que le está impidiendo salir de esa queja continua. Revisa el lenguaje con el que se habla: ¿Hago las cosas por que las “tengo “que hacer por obligación, o las hago porque realmente lo quiero? Si me hablo con amor, con motivación y con compromiso, las cosas empiezan a cambiar.
Recomendaciones para iniciar los cambios en buscar del bienestar:
- Comer en horarios establecidos y alimentarme saludablemente. Si no se cuáles son las comidas saludables puedo buscar en Internet.
- Hacer ejercicio, no importa si es la mañana o en la tarde. Buscar donde vivo si hay clases de yoga o gimnasia.
- Aprovechar cualquier momento para descansar. Si nuestro paciente duerme mucho en el día. También aprovechar para hacer una pequeña siesta y recuperarse.
- Practicar alguna actividad recreativa, cultural, social o comunitaria.
- Evitar la soledad y el aislamiento. Mantener en lo posibles las relaciones socio-familiares.
- Capacitación constante.
- Aprender a administrar el tiempo. Donde pueda organizar el tiempo para la realización de actividades de cuidado.
Existen también otras formas de relajación que nos ayuda a liberar las emociones y que se llaman ejercicios o espacios de "ventilación"
- Hablar: Buscar hablar con personas de mi confianza y decirle que solo me escuchen, SIN JUZGAR NI CRITICAR. Si no tengo con quien hablar, hablo conmigo mismo.
- Asistir a terapia.
- Cantar y/o bailar.
- Cocinar
- Llorar: Esto no es un síntoma de debilidad sino una oportunidad de liberar estrés.
- Escribir: Anoto que problemas tengo, como los estoy resolviendo, y si no se están resolviendo, pedir acompañamiento.
Por último, nunca olvidar que Yo soy prioridad y por lo tanto debo iniciar el cambio para mi mejoramiento físico y mental, salir de la oscuridad , introducir todos esos cambios que me van producir bienestar, tranquilidad y felicidad, que me reconfortan, me animan y me motivan a seguir adelante con seguridad y confianza.
- 17/07/2023
- Laura